lunes, 16 de agosto de 2010




Seca como las flores marchitadas.

La madre insistía constantemente para que su hija asistiera a la iglesia a buscar del Reino de Dios y su justicia. La joven continuamente le decía que no iría con ella a la iglesia porque eso era para viejo que estaban acabando de vivir la vida. Y así de esa manera le daba larga al asunto de acercarse a Dios. Además ponía la excusa de que lo haría más tarde cuando tuviera más edad.

Al pasar el tiempo, la joven se vio involucrada en su cumpleaños y
le hace una petición a la madre antes de celebrarlo:
-Mami, cuando sea mi cumpleaños quiero que me regales un ramo de flores hermosas para ponerla en mi habitación. Si mi hija te lo voy a regalar.
La madre le compró el ramo de flores a su hija y se lo guardó en el armario por una semana. Al cabo de una semana el ramo de flores lucía marchitado y muy feo.
La madre le fue a entregar a la hija su tan esperado ramo de flores con un mal aspecto. Cuando la hija lo vio lo rechazó y le dijo a la madre que ella no quería ese ramo de flores porque estaba seco y que para qué le servía a ella ese ramo de flores tan feo y marchitado. Ante la actitud de la joven la madre contestó: - Al igual que ese ramo de flores que está seco y no sirve para nada, más que para echarlo en el zafacón, de esa misma manera tu quieres entregarle al Señor el bagazo de tu cuerpo, cansado y viejo. Quieres rendirte cuando tu estés vieja y sin fuerzas y no quieres entregarte ahora que tienes energía para servirle y dedicarte a su servicio.
La hija aprendió la lección y reconoció que su actitud de querer entregarle a Dios el bagazo de su cuerpo, no era de una persona sabia.

Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis; (Amos 5:4)

Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. (Eclesiastés 11:9)

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